KILL YOUR IDOLS / MARCO ARIAS

 

La obra de Marco Arias es sin duda ambiciosa. Su trabajo plantea un punto importante de inflexión: tiene como fin la ruptura de los íconos y símbolos que han caracterizado la historia de la pintura contemporánea chilena. Arias, a través de su obra, dice: olvidémonos del pasado y recordemos que estamos en el siglo XXI. Gokú es más pregnante que la mujer de Klenzo.

 

El artista nos muestra una juntura multireferencial de imágenes –provenientes de los medios de comunicación de masas– que han marcado los últimos veinte años, sumado a diversos íconos neo liberalistas: Dragon Ball, Slam Dunk, el perro de Chocapic, el opening de El club de los tigritos, entre otros elementos provenientes de las pantallas. Por supuesto, este imaginario exige un tratamiento hiper plano, de colores impecables y elocuentes. Sin embargo, Arias es humano y lo inevitable del fallo logra constituir uno de los puntos centrales de su obra. La mano temblorosa tratando de ser una máquina. Es en este intento imposible donde se devela la mancha y el error. De lejos es una proyección televisiva, y de cerca, una pintura llena de gestos propios de una misión rotundamente imposible.

 

Arias sabe que hoy el mundo se entiende a través de cristales de alta definición, que el arte se corresponde a su propio tiempo y que el artista es responsable de generar los imaginarios de éste. Podríamos decir que la transmisión en vivo del alunizaje en 1969, como también la caída de las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, fueron estrategias que vaticinaron un futuro donde el arte y la historia se escribirían a través de los mass media. Por eso Marco Arias llega como una bomba: ¡kill your idols!

 

El artista plantea una fuerza cromática donde la superposición de imágenes vuelve todo saturado, como si fuese un meme o un comercial de TV. Sus soportes y sus técnicas refieren a la pintura que culturalmente se relaciona a los grandes temas: utiliza el gran formato y la pintura al óleo al mismo nivel que la tradición pictórica chilena. Sin embargo, todo es subvertido con la intervención de motivos pintados híper planos, provenientes de tópicos banales y superficiales, otorgándoles el mismo grado de importancia que la pintura épica nacional. Esta operación es una burla y una falla en la Matrix. Como dice Sonic Youth: «hay que encontrar un nuevo objetivo: mata a tus ídolos». Las obras de Marco Arias son ambiciosas pero no ilusas. El objetivo está claro: actualizar la historia del arte contemporáneo chileno; reírse de todo, olvidar la opacidad del pasado y también la fotocopia donde vimos las obras de los grandes maestros. Con su pintura, enterramos las diapositivas para enfatizar que ahora es posible ver museos en 360 grados: hoy Arias tiene un iPhone.