CONSTRUIR UN ACONTECIMIENTO VISUAL / FRANCISCO MORALES

 

 

La herramienta más importante que el artista perfecciona por medio de la práctica constante, es la fe en su capacidad de hacer milagros cuando estos son necesarios.

Mark Rothko

 

Independiente del rendimiento temático que pueda tomar el análisis de una pintura en este contexto de época, es en su constitución como pieza pictórica, partiendo desde  su estructura formal, donde ya se puede hablar de un discurso en sí mismo en cuanto a la pieza de estudio. De esta forma da pie, dentro de su valorización como obra, a la presencia humana que se devela en su construcción, siendo uno de los elementos más reveladores en su resultado como imagen. Una especie de aparición a partir de un ejercicio arqueológico de los procedimientos técnicos involucrados en la creación.

 

La velocidad, intensidad, la forma, entre otros factores de la pincelada o cualquier herramienta utilizada para pintar, constituye un sistema de relaciones entre los elementos dispuestos sobre el soporte, que derivan inevitable en un valor atmosférico que da cuenta de una presencia inequívoca y única de un autor detrás de su obra.

 

El trabajo que realiza Francisco Morales inevitablemente cruza referencias, técnicas y soportes, supeditados a la construcción visual, a partir de cada elemento disponible que en potencia podría convertirse en obra. Elementos básicos de la pintura como materia coinciden con la utilización de la línea o la mancha, considerando esta como un elemento abstracto que sirve para construir pinturas. Una mancha de aceite sobre una camisa es igual de pictórico que un óleo de pigmentos en su estado más puro.

 

La forma a la que tienden sus pinceladas van desde la abstracción, como una mancha sobre un mantel, que podría a partir de relaciones entre ellas construir una representación, o la gráfica, como una línea que eventualmente podría leerse como una forma primigenia de tipografía. Esto se relaciona de alguna manera con la inclusión de textos dentro de las pinturas del artista, mezclando así lo literario con lo visual. Aquí las palabras son imagen y viceversa.

 

Las obras tienen un tiempo que se debe respetar. Hay piezas que pueden ser terminadas en un día, otras en una semana, meses y años, para lograr los requerimientos que las propias imágenes exigen. Para dar con este punto es necesario dejar de mirar superficialmente y entrar en una observación profunda de la visualidad. El complejo entramado de una imagen tiene un punto de término exacto y Morales sabe donde las obras deben ser acabadas para lograr algo que cuente con lo milagroso de la aparición de una pintura.

 

De esta manera, la precisión del artista se debe al desprendimiento de su propia figura para entregarse desde la honestidad de la mirada a la construcción de la imagen, una que nunca está concluida demasiado pronto ni demasiado tarde. Todo lo que se hace tiene que ser en su punto justo, por lo tanto la figura de autor también debe estar al servicio de las necesidades de la obra, debe saber constituirse como un medio entre las necesidades de la imagen y el momento en que esta se vuelve una pieza artística.

 

La obra existe en un momento anterior a su realización, aquí el artista lo que hace es ir escarbando en el soporte mediante los procesos técnicos capa por capa hasta dar con esa imagen mental previa a la realización de la obra. De esta forma Francisco Morales funciona como un médium o un arqueólogo, dedica el tiempo que sea necesario para dar con la imagen etérea de una pieza artística, una forma de crear una materialización física de los sueños. Las obras plantean la construcción de una vida desde una inexistencia, dar a los demás un objeto vivo constituido desde la máxima honestidad de lo inmaterial e intraducible del imaginario propio. Como dice Gerhard Richter: «solo es posible expresar con palabras, lo que las palabras pueden expresar. Lo que el lenguaje es capaz de comunicar. Y la pintura no tiene nada que ver con eso».

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