Texto curatorial para la muestra individual “Mal de ojo” en el Espacio Cultural Iglesia de la Merced
Mal de ojo
«Mal de ojo» plantea un cambio en el estado de las cosas, una mirada que maldice y otra que se traslada hacia una dimensión diferente, una maldecida. Adolfo Martínez presenta obras que pasan de ser objetuales, con su determinado tiempo de observación, a lo experiencial y permanente en la presencia de lo sonoro. Piezas que tienen mecanismos que activan otros que a su vez hacen funcionar un aparataje de elementos que constituyen la creación de un nuevo punto de vista, sumado a sonidos que evocan escenarios, viajes y recorridos, situándonos y comprobándonos una realidad distinta a la en que nos encontramos, como si todo esto fuesen pruebas de otro estado de las cosas, uno más ominoso y de desdibujados límites.
Las historias que rodean al denominado «Mal de ojo» (que son transversales en la cultura popular del mundo) muchas veces se ven asociadas al mundo campesino, historias de abuelos, tíos o simplemente espacios lejos de las urbes (lugares que recurrentemente Martínez trabaja en su obra). Sin embargo, el trabajo de estos tópicos significa un rescate de lo popular en la contemporaneidad, una detención en los relatos que constituyen la identidad local pero que en lo que va del siglo XXI ya no encuentra cabida. Hoy no hay espacio para tradiciones orales, supersticiones o mitos, todo se trata del rápido flujo de información y vidas construidas en base de la virtualidad.
El Mal de ojo es sin duda un plano incierto de las cosas, un estado distinto de la regularidad, algo que se encuentra oculto tras una mirada frontal, que, de un momento a otro, deviene en oscuridad. Este «mal» deriva inevitablemente a una dimensión paralela, una donde el mundo que tocamos queda anulado y superpuesto por una dimensión esotérica y ominosa. Así, El punto de vista del «ojeado» se ve transformado en un plano espiritualmente oculto y lleno de incertidumbres. En este sentido, la obra de Martínez plantea una entrada a otra dimensión de las cosas, un mundo distinto del que conocemos pero que mantiene sus raíces en el. Sus obras se constituyen de objetos y experiencias (físicas y sonoras) del mundo circundante, pero que en su cohesión se transforman en los cimientos de un lugar desconocido, como la mirada de alguien caído en un mal de ojo.
Wladymir Bernechea
Artista visual y teórico independiente